30 ago 2015

Recordando a Jairo Aníbal Niño

EL SUEÑO DE UN POETA


Sueño con una escuela libre, que escuche el corazón de sus niños, en la que sea posible el vuelo de la imaginación que muy de vez en cuando aparece en el corazón de maestros y maestras. El sistema educativo es absolutamente abominable.
El sistema ha convertido el sueño y la palabra en algo que agobia el corazón y el pensamiento de los niños. Ha convertido el acercamiento a la ciencia y a las estrellas en un deber que deja por fuera el corazón. No les pregunta jamás a los niños qué hay. Y todos los niños nacen con un don pero llegan a la escuela y ella no le pregunta qué hace.
Hay una niña que amaba el violín antes de llegar a estudiar y la escuela no le pregunta, más le cae el programa encima como un bloque de cemento armado. Si tiene suerte los papás la matriculan en una escuela de música. A la tres de la tarde saca el estuche como si fuera el estuche de su corazón y coloca el violín debajo del mentón como si fuera su corazón. De tres a seis de la tarde es feliz, a la seis debe colocar su corazón en el estuche de su corazón y regresar a su casa a hacer las tareas.
La escuela debería entender que existen unas matemáticas de la música del violín, una química del violín, una física y geometría del violín. Que se abran los espacios del conocimiento para que este sea pertinente, si es pertinente es coherente, si no lo es una tortura para los niños.
Asistimos a un fracaso del sistema y si es que los jóvenes llegan a la universidad no son capaces de escribir una carta de amor, ese es el fracaso de la escuela.
Sueño con que los hombres y mujeres más importantes estén con los niños chiquiticos. La cuestión está tan enrevesada que aquí se le denomina educación superior a la universidad, es una tontería, la universidad es una instancia de carácter específico, profesional.
El momento más importante de la escuela son los primeros años, son definitivos, ahí deben estar los profesores mejor preparados y remunerados. Debe estar el premio Nobel de química con los niños más chiquitos, pero no lo llevan a la escuela.
Si llega lo invitan a la universidad y aparecen las banderas, los himnos, los profesores y los
alumnos que están terminando, ni siquiera los primíparos.  Los hombres más grandes deben estar al lado de los niños. Qué le podemos enseñar a los niños si es que aprendemos con ellos
Pero los maestros cada vez tienen menos tiempo para soñar. Es angustioso lo que está pasando, el gobierno debería proteger los sueños y el tiempo de sus maestros para abrazar y escuchar a sus niños.
Hay una gran necesidad de afecto, muchos niños solo tienen en el maestro una posibilidad de salvación porque quizás en su casa y en el medio son agredidos, el maestro es el oasis para sus sueños.
Que respeten a los maestros que son los que construyen una Nación. La educación no se puede ver como un negocio, ni como un proyecto que eche por la borda el tiempo del amor y de la imaginación, que es el tiempo de los sueños. No es la aplicación absurda y a veces violenta de unos contenidos.
Ojalá algún día esa escuela aparezca, donde escuchen a los niños, porque ahora nadie los escucha. Yo no he conocido un Ministro de Educación que haya tenido el coraje de acercarse a un asesor de seis años de edad.

*Respuesta del poeta sobre la pregunta, ¿qué opina del sistema educativo colombiano?






22 ago 2015

Temprano

En la playa,
temprano,
cuando nadie ha llegado,
el sol sale solito
y salado.
Como un caracolito
que alguna ola trajo.
Le gusta el agua fría
con reflejos dorados,
y la arena que nadie,
todavía, ha pisado.
Como un caracolito
que el agua trae rodando,
el sol sale solito y salado.
Todo se lo dio el clavel
a la clara clavellina:
su clarín y su esclavina
de carmín y de oropel,
su clavicordio de miel,
sus claves de fa y de sol,
sus clavijas, una col,
un cascabelito viejo,
clavículas de conejo,
tres clavos y un caracol.
Mi damita, la luna.
Mi color, el añil.
Mi arbolito, la tuna.
Mi estación, la de abril.
Mi paisaje, los cerros,
la laguna, el pinar.
Mi animal, el caballo,
y el caballo de mar.
Mi canción, la del viento
cuando cruza veloz.
Y la voz del silencio,
donde hay siempre otra voz.

Aramís Quintero


Vals en las ramas



Cayó una hoja
y dos
y tres.
Por la luna nadaba un pez.
El agua duerme una hora
y el mar blanco duerme cien.
La dama
estaba muerta en la rama.
La monja
cantaba dentro de la toronja.
La niña
iba por el pino a la piña.
Y el pino
buscaba la plumilla del trino.
Pero el ruiseñor
lloraba sus heridas alrededor.
Y yo también
porque cayó una hoja
y dos
y tres.
Y una cabeza de cristal
y un violín de papel
y la nieve podría con el mundo
si la nieve durmiera un mes,
y las ramas
luchaban con el mundo
una a una,
dos a dos,
y tres a tres.
¡Oh duro marfil de carnes invisibles!
¡Oh golfo sin hormigas del amanecer!
Con el muuu de las ramas,
con el ay de las damas,
con el croo de las ranas,
y el gloo amarillo de la miel.
Llegará un torso de sombra
coronado de laurel.
Será el cielo para el viento
duro como una pared
y las ramas desgajadas
se irán bailando con él.
Una a una
alrededor de la luna,
dos a dos
alrededor del sol,
y tres a tres
para que los marfiles se duerman bien.

Federico García Lorca (España)