21 mar 2015

Los columpios

Los columpios no son noticia, 
son simples como un hueso 
o como un horizonte, 
funcionan con un cuerpo 
y su manutención estriba 
en una mano de pintura 
cada tanto, 
cada generación los pinta 
de un color distinto 
(para realzar su infancia) 
pero los deja como son, 
no se investigan nuevas formas 
de columpios, 
no hay competencias de columpios, 
no se dan clases de columpio, 
nadie se roba los columpios, 
la radio no transmite rechinidos 
de columpios, 
cada generación los pinta 
de un color distinto 
para acordarse de ellos, 
ellos que inician a los niños 
en los paréntesis, 
en la melancolía, 
en la inutilidad de los esfuerzos 
para ser distintos, 
donde los niños queman 
sus reservas de imposible, 
sus últimas metamorfosis, 
hasta que un día, sin una gota 
de humedad, se bajan 
del columpio 
hacia sí mismos, 
hacia su nombre propio 
y verdadero, hacia 
su muerte todavía lejana.

Fabio Morábito


14 mar 2015

Tesoros

Un laúd, un bastón, 
unas monedas, 
un ánfora, un abrigo, 
una espada, un baúl, 
unas hebillas, 
un caracol, un lienzo, 
una pelota.

Eliseo Diego

10 mar 2015

La historia del arcoíris

Y entonces los hombres y mujeres de maíz se estuvieron de acuerdo en cumplir con los siete trabajos para que el mundo fuera bueno y miraron al lugar donde el sol y la luna se turnan su duermevela y preguntaron a los dioses primeros que cuánto debían caminar para cumplir esos siete trabajos que sirven para hacer el mundo nuevo y entonces los dioses primeros dijeron que siete veces siete se caminaran el siete porque así había salido el número que recuerda que no todos somos pares y que siempre puede haber lugar para el otro. Y entonces los hombres y  mujeres del maíz dijeron bueno  volvieron a mirar hacia la montaña que cajita era para guardar los pechos de la madre tierra, por turnos, uno de día, de noche la otra. Y mirando los hombres y mujeres de maíz se preguntaron que cómo sabe cuántas veces es siete veces siete caminar el número siete y los dioses primeros dijeron que no lo sabían tampoco porque eran dioses primeros pero no todo lo sabían y tenían que estudiarse mucho y por eso no se iban luego sino que se quedaban con los hombres y mujeres de maíz y se pusieron a pensar juntos para juntos encontrar el buen camino que nuevo hiciera el mundo.
Y en eso estaban, o sea que pensándose, o sea que sabiéndose o sea que hablándose, o sea que aprendiéndose, o sea que estándose, cuando la lluvia se colgó en la mera mitad de la tarde sin caerse ni levantarse, nomás estando ahí y los hombres y mujeres del maíz se quedaron mirando y también los primeros dioses y ahí, nomás que se empieza a pintar un puente de luz y nubes y colores y de la montaña venía el puente y al valle iba el puente y luego clarito se veía que el puente de colores, nubes y luz no iba a ninguna parte ni se venía de ningún lado sino que nomás se estaba y entonces se entendieron que el puente de colores, nubes y luz no va ni viene, sino que sirve para ir o para venir y entonces se pusieron muy alegres los todos que se estaban pensándose y aprendiéndose y supieron que eso era lo bueno, ser puente para que vayan y vengan los mundos buenos, los nuevos que nos hacemos. Y rápido sacaron los musiqueros sus instrumentos y rápido se sacaron los pies los dioses primeros y los hombres y mujeres verdaderos y a bailar se pusieron porque ya estaban un poco pensándose y sabiéndose y hablándose y aprendiéndose. Y ya que se acabaron de bailarse, se reunieron otra vez y encontraron que siete veces siete era que siete arcoíris de siete colores tenían que hacerse caminando para que pudieran cumplirse los siete trabajos principales. Y entonces ya se supieron también que terminando los siete seguían otros siete porque los puentes de nubes, colores y luz no van ni vienen, no tienen principio y final, no empiezan ni acaban, sino que se la pasan siempre cruzando de un lado a otro. Y así quedó el acuerdo que sacaron los dioses primeros y los hombres y mujeres verdaderos. Por eso  desde esa tarde de alegría y saber, los hombres y mujeres de maíz, los verdaderos, se pasan la vida haciendo puentes, y en la muerte también se hacen puentes. Puentes siempre de colores de nubes y de luz, puentes siempre para ir de uno a otro lado, para hacer los trabajos que nacen al mundo nuevo, al que buenos nos hace siete veces siete se caminan el siete los hombres y mujeres de maíz, los verdaderos. Haciendo puentes se viven, haciéndose puentes se mueren.

Fragmento de Relatos del Viejo Antonio
Textos del Subcomandante Insurgente Marcos