29 mar 2011

México, el libro, la lectura y los lectores (realidad y utopía)

El libro es un pájaro con más de cien alas para volar
Ramón Gómez de la Serna
I
La imaginación vuela mientras me pierdo en las páginas de la novela, La elegancia del erizo[1], de la filósofa Muriel Barbery, su historia me lleva a París, a encontrarme con personajes que leen, escriben, se preguntan, se responden, se esconden y se encuentran, piensan y analizan su realidad, del libro al mundo, del mundo al libro, la edición de Seix Barral que está en mi mano, no sólo es un objeto, es un reflejo de una forma de pensar, de un cotidiano diálogo-monólogo en el que me muevo, porque lo que me dicen, a pesar de no ser mi realidad la impacta, la ilumina, la trastoca, acaso la modifica, para que esto pase es necesario primero que el libro llegue a mi mano. En las siguiente líneas analizaré ese viaje, lo que debe suceder para que el libro esté en mi mano, sin lo cual sería imposible adentrarme en el mundo desconocido de las palabras.
Muchas de las personas que por razones de trabajo o placer estamos continuamente en contacto con los libros no nos detenemos a reflexionar acerca de, cómo es posible que éste se encuentre a nuestro alcance, si hacemos un alto para investigar nos encontraremos con distintos momentos que debe recorrer: primero debemos explicar que la industria editorial es una de las más importantes dentro del bloque de industrias culturales, nuestro país no puede considerarse uno de los bastiones de ella, ya que el monopolio en cuanto a publicaciones lo ostenta España, pero ciertamente la industria mexicana ha pasado por diferentes momentos que han marcado la forma en la que se establece su relación con el libro.
            Partamos para esta explicación del circuito del habla, y apliquemos esos elementos a la relación que se establece entre libro-lector. El emisor sería el autor, el receptor es el público que adquiere el texto, el mensaje es el libro, el canal está conformado por los distintos eslabones de la cadena editorial, el contexto lo conforma el entorno social en el que se da este proceso. Analicemos pues, cada parte de estos elementos.
II
La realidad
Comenzaremos por el más externo, conformado por el contexto, América latina responde a una historia de conquistas, independencias, revoluciones y luchas intestinas, a lo largo de esta situación histórica se nos quitó la lengua de nuestros ancestros y se nos impuso el castellano, que pronto se alejó de la península para recuperar el sabor, el color y el ritmo de las antiguas palabras, dando origen al español de América, las ideas se fueron registrando, las lenguas transformando, los libros comenzaron a aparecer y en algunas ocasiones también a desaparecer si no convenían a la línea de poder de la época.
Con la lucha por la libertad de expresión y la libertad de prensa surgieron las editoriales, al principio, como respuesta a las necesidades inmediatas que la población tenía, en especial en el rubro del libro de texto, pues la lectura nunca se ha desvinculado de la relación académica, inicialmente las industrias mantuvieron durante mucho tiempo un interés regional, uno de los puntos que debemos recalcar es que fue necesario establecer acuerdos con editoriales extranjeras, la industria editorial española es una de las más fuertes en este sentido, poco a poco estableció convenios que aseguraba el comercio con países de Latinoamérica, y como muchos siglos antes comenzó a conquistar el mercado editorial, ya que en muchos casos los convenios, llevaron a fusiones o incluso a adquisiciones de editoriales que durante años fueron fieles a la tradición de su país.
Debemos observar las ventajas que se le otorgan a estas empresas por el hecho de estar invirtiendo en países extranjeros y a su vez estar generando empleos, es cierto que la industria editorial en México se ha mantenido de forma constante, pese a ello, somos un país que produce pocos libros y que tiene pocos lectores, existe una camino muy largo entre la creación de un manuscrito original y el momento en que éste es adquirido en forma de libro por un lector, la industria editorial mexicana no pierde de vista que son muchos factores los que repercuten en esa situación.
Resultados de exámenes estandarizados como PISA nos siguen mostrando las carencias en la que nos vemos inmersos como país, observamos retraso en lo referente a educación y alfabetismo, sin contar los altos índices de analfabetismo funcional que demuestran que la lectura no es una prioridad, hasta hace unos años, no contábamos con una ley del libro y de la lectura, a pesar de que ésta se encuentra en vigor lo es cierto es que el sector editorial y los libreros siguen considerando que la política nacional del libro es insuficiente.
            En México la lectura no es un pilar dentro de las actividades cotidianas de hombres y mujeres, la mayoría de nosotros la vivimos en nuestra formación académica, pero si la semilla no florece, esta actividad dejará de realizarse al comenzar con la vida laboral, cuando investigamos acerca de las costumbres lectoras de nuestros compatriotas es común encontrarse con respuestas como: “No me gusta la lectura”, “no tengo tiempo”, “trabajo o estudio”, “los libros son muy caros”, “no me sirve para nada”; es cierto la cultura escrita ocupa espacio, requiere dinero, tiempo, dedicación y no será remunerada ni social, ni económicamente, como puede suceder con el hecho de saber otro idioma o ser competente a nivel informático, pero ¿qué le vamos a hacer?, así es nuestra realidad, vivimos en una sociedad de menos libros más televisión, menos pensamiento más entretenimiento, y aunque esas frases parecen resumir el problema, el asunto es de fondo más complejo, como lo veremos en las siguientes líneas.
            Según resultados de la CANIEM[2] la tendencia de las editoriales mexicanas iba en aumento en el periodo comprendido del 2004 al 2006, comenzó a decrecer en el 2007 y continúa con esa tendencia, en documento fechado de octubre del 2010 se observaba que el 2009 la Industria Editorial Mexicana tuvo una caída, factores como la crisis, fueron determinantes para tal situación, se quedó por debajo de la producción del 2008, otra situación a considerar son los problema que representan la piratería y la repografía, la primera impacta a textos con carácter de best seller, la segunda se da regularmente en textos académicos.
            Al analizar estas investigaciones del sector, podemos apreciar que la tendencia positiva iba de la mano de un factor primordialmente escolar, ya que se daba una producción que iría a poblar bibliotecas de aula y bibliotecas escolares, se trata de una inversión del estado en un afán por fomentar la lectura desde los espacios concebidos para ella desde siempre, la escuela; de 2006 a 2007 baja la producción de estos textos, situación que se refleja en las cifras, hay que expresar que el hecho de que las bibliotecas de aula y escolares consten de material no significa que el libro esté llegando a manos de los usuarios finales, los lectores, y mucho menos, que los intereses bosquejados en las políticas culturales enfocadas al libro estén dando resultado, como lo podemos ver en las siguientes cifras.
- 47% de los estudiantes mexicanos de 15 años no alcanzan las competencias lectoras mínimas (PISA 2006).
- 80% de los mexicanos afirma tener libros en su casa, pero el promedio nacional apenas alcanza la lectura de 2.9 libros por persona al año (ENL).
- 27% de los profesores de educación básica reconocen no haber leído ni siquiera un libro a lo largo de un año (ENPLEB).
- 26% de los estudiantes no logra identificar y organizar los elementos de una carta informal en el promedio nacional. (EXCALE 2007-2008)
- 28.3% de los alumnos de sexto de primaria alcanzan los niveles bueno y excelente en Español, mientras que el 71.3% se encuentran en elemental e insuficiente (ENLACE 2009).
            Con la creación de la Ley de fomento del libro y la lectura, la firma de algunos convenios entre diversas instituciones de carácter cultural y educativo, las nuevas propuestas de fomento a la lectura desarrolladas desde instituciones estatales como: Rincones de lectura, bibliotecas de aula o bibliotecas públicas (desde la SEP), Salas de lectura (desde CONACULTA y las instituciones de cultura estatales), el desarrollo y vinculación de programas de lectura de instituciones superiores (Universidad Veracruzana[3], Universidad Autónoma de Nuevo León[4]) los convenios con ORG'S internacionales (IBBY México), el interés de las empresas por fomentar la lectura se está haciendo notar en el proyecto social Leer para aprender[5]Diviértete leyendo) y los esfuerzos que se desarrollan desde la sociedad civil a través de diversos colectivos, nos pueden dar una idea de que en algunos años la cultura escrita en nuestro país puede mejorar notablemente, ¿cómo se logrará esto? A través de distintas estrategias basadas principalmente en la interdisciplinaridad y los esfuerzos conjuntos. (Campaña
            La escritura es el binomio de todo proceso lector, algunas personas que nos interesamos en este tema no concebimos el fomento de la lectura sin el acercamiento a la escritura, ya que son procesos complementarios, cuando alguien logra plasmar su pensamiento, sus ideas, sus reflexiones, le asigna valor a sus palabras, construye a partir de su propio lenguaje, depura un estilo propio al grado de querer compartir sus textos con un público nos encontramos ante un autor, mismo que trabajará arduamente hasta lograr que sus creaciones lleguen a los lectores.
Al autor lo identificaremos como el emisor del esquema que estamos analizando, se considera así al creador de una obra artística, que ostenta derechos de autor: “la facultad exclusiva que tiene el creador intelectual para explotar temporalmente, por sí o por terceros, las obras de su autoría (facultades de orden patrimonial), y en la de ser reconocido siempre como autor de tales obras (facultades de orden moral), con todas las prerrogativas inherentes a dicho reconocimiento”.
Entre las obras que son objeto de protección podemos encontrar los libros que es el rubro al que estamos haciendo referencia en este texto, son susceptibles a esta protección todas aquellas obras[6] que constituyan una creación intelectual. A través del llenado de un formato Indautor 001 y el pago de los derechos se obtiene la protección de la obra durante la vida del creador hasta cien años después de su muerte, en casos de coautoría se toma como referencia la muerte del último autor.[7]
Entendamos como código el lenguaje compartido entre emisor y receptor, en nuestro orden de ideas entre autor y lector, debemos identificar tres bloques[8], el primero traducciones de distintas lenguas al español: La elegancia del erizo de Muriel Barbery, Seda de Alessandro Baricco, Un grito de amor desde el centro del mundo de Kyoichi Katayama, Cada siete olas de Daniel Glattauer, Caín de José Saramago, El buen soldado de Ford Madox Ford, Las puertas del paraíso de Jerzy Andrzejewski[9], libros que abandonaron su lengua origen: francés, italiano, japonés, alemán, portugués, inglés y polaco para adaptarse al castellano y en muchas ocasiones al español, buscando de esa manera llegar a las manos de los lectores.
Aunque en menor escala, esta situación se vive a la inversa, libros de autores mexicanos cuyos derechos están siendo adquiridos por editoriales extranjeras como lo refiere Miriam Martínez en una entrevista por la Feria del Libro en Frankfurt: "Si revisamos los catálogos de Europa es muy raro que tomen un libro latinoamericano y lo traduzcan, no suelen invertir en la traducción de literatura de nuestra región. Pero los esfuerzos de los últimos años tienen frutos", apuntó. "Es muy grato ver que los editores extranjeros que encuentran libros mexicanos se empiezan a interesar por ellos. (…) En las últimas ferias vendimos ya varios títulos para su traducción a diferentes idiomas, entre ellos, el coreano, francés, italiano y alemán".[10]
Algunos de las dependencias gubernamentales se han dado a la tarea de apoyar este rubro, creando proyectos que lleven a incentivar la traducción de obras mexicanas a otros idiomas, tal es el caso del Programa de Apoyo a la Traducción de Obras Mexicanas (ProTrad) a través del cual, el FONCA, la Secretaría de Relaciones Exteriores, el Instituto Mexicano de Cooperación Nacional, CONACULTA, la SOGEM y la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, otorgan un apoyo en efectivo a proyectos que se puedan vincular con una editorial extranjera.
Se debe poner atención en que al igual que se pretende traducir del español a otros idiomas, un sector de la industria está enfocado a la creación en lenguas indígenas, la publicación y la traducción de éstas al español y de obras en español a lenguas indígenas, muestra de ello son algunas publicaciones bilingües que forman parte de los distintos acervos de proyectos de promoción de lectura.
Eje central de estas políticas y discusiones se encuentran también en la columna vertebral de nuestro esquema de análisis, siendo igualados al mensaje que se envía. En distintas ediciones, incunables, de lujo, con texturas, rústicos, de bolsillo, pasta dura, letra grande, de distintos temas, manuales para aprender idiomas, superación personal, libros de texto, de filosofía, de ciencia, ensayo, narrativa, novela, cuento, poesía y últimamente en distintos formatos en físico y electrónicos, son el elemento clave de esta industria, desde su creación se han mantenido como uno de los pilares de la cultura de las naciones, reúnen pensamiento, conocimiento, estudios, reflexión, belleza, arte, son los libros.
            Existe una eterna discusión entre los distintos tipos de libros, libros de primera o “clásicos” y libros masificados, vulgarizados, más vendidos o incluso peyorativamente considerados “literatura light”, ¿qué encontramos debajo de esa etiqueta? ¿Acaso al raspar un poco sobre ella nos daremos cuenta que en esa estigmatización alejamos a los lectores de los libros? Recuerdo un poco mi historia lectora y no empecé con Rulfo o Paz, al contrario, mis primeras lecturas eran libros ilustrados de cuentos, esperaba el fin de semana para poder leer las “caricaturas” del periódico dominical, enganchada a esta actividad comencé a buscar otros textos, sin discriminar, hasta formar mi propio criterio de selección, mi “gusto lector”.
            Los libros que se han mantenido en el tiempo en ocasiones no son los más convenientes para iniciar un acercamiento a la lectura, una persona con pocas “horas de vuelo” como lector se sentirá intimidada al enfrentarse a un Cervantes, a un Porchia, a un Kafka o a un Dostoievsky, sin embargo, la “norma culta” no se cansa de repetir las virtudes del Quijote, o la importancia de La metamorfosis, o la fuerza de Crimen y Castigo, pero, ¿por qué limitarnos si en la diversidad está el gusto?, ¿por qué cerrar libros cuando podemos abrir horizontes?, la apreciación varía dependiendo de la institución o de la persona que esté intentando fomentar la lectura.
            Es muy cierto que en ocasiones lo que se nos ofrece en los estantes de las librerías deja mucho que desear, pero no por eso podemos convertirnos en “Las buenas conciencias” de las comunidades lectoras, en el momento en el que la censura marca los intereses se pueden cometer estropicios como los que relata Bradbury en su novela Fahrenheit 451, o la quema que llevó a cabo la Inquisición, el libro siempre se ha encontrado en el límite entre lo deseado y lo prohibido, ya que las ideas pueden ser más peligrosas que un arma, para los usuarios o para los sistemas.
            En cifras, según reporte que aparece en el documento titulado en el Boletín 9, Percepción sobre el clima editorial y tendencias a corto plazo, fechado en octubre del 2010 se pueden recuperar los siguientes datos: del 100% de libros publicados 47% son de interés general, 32% de carácter científico, técnicos y profesionales, 15% son didácticos, 6% religiosos.
            La industria editorial se encarga de producir, reproducir, promueven y comercializan los distintos libros a nivel nacional e internacional, son el canal a través del cual nuestro libro-mensaje llegará al lector, se trata de una cadena de empleos que va desde la obtención de la materia prima, hasta la distribución en librerías, pasando por los diferentes procesos de edición, graficación, formación, encuadernación, publicidad y distribución de cada título, se trata de un trabajo colaborativo, como lo veremos a continuación.
            La industria no se encuentra en los niveles de instituciones extranjeras debido a diferentes factores como son: falta de consolidación de la política nacional del libro y la lectura, poca inversión en la educación, altos costos de impresión y materias primas, trámites engorrosos de impresión, poco acceso a financiamientos, falta de dinamismo para ampliar el mercado, impuesto al libro,  competencia desleal, falta de más puntos de venta, altos costos de distribución nacional e internacional, contrabando, entre otros.
            Una situación que debe analizarse en estos momentos en que nos cuestionamos el futuro del libro es el referente a ¿cómo sacar ventaja de las nuevas tecnologías de la información? ¿Pueden ser las nuevas plataformas tecnológicas un espacio en el que el libro en Latinoamérica, principalmente en México, alcance niveles que puedan elevar las ganancias de las industrias editoriales, acercándonos de manera utópica a una independencia de las grandes trasnacionales de la industria editorial? La respuesta es sí, nos encontramos en un momento en el que si nos arriesgamos a tomar medidas enfocadas a la innovación podemos constituirnos en un país de avanzada en lo referente a la nueva industria editorial, basada tanto en la tecnología como en la creatividad, dejando de lado el seguir las políticas extranjeras, estableciendo las nuestras.
            ¿Cómo lograrlo? Se trata de un proceso que debe darse en todos los niveles, desde el contexto en el que se desarrolla, legislando de manera oportuna programas que con ayuda del estado, no como figura paternal- si no como un par, los diferentes niveles que han tomado consciencia de la importancia de la lectura (empresas, instituciones, sociedad civil, conciencia individual) elaboren proyectos aterrizados en la realidad cotidiana, muchas veces las propuestas, tan brillantes en papel, no se concretan por la falta de capacitación o interés que envuelve a los encargados de llevarla a cabo. Se dice que la lectura se contagia, no sólo basta con que el lector vea a una persona pública en un cartel con un libro invitándolo a leer, es necesario que se sienta parte de ese proceso y que él como último usuario le asigne un valor.
            No sólo se deben renovar los proyectos de fomento a la lectura y leyes relacionadas con el libro, se debe empezar a construir leyes que amparen los derechos de autor en el mundo globalizado e informatizado en el que nos movemos, es necesario que la industria dé varios pasos adelante, no podemos esperar a que la tecnología nos supere para empezar a reunirnos y actuar en consecuencia, debemos planificar, no responder, si planificamos tenemos la ventaja del tiempo, la industria librera está ingresando a los avances tecnológicos, no podemos rezagarnos es necesario trabajar en una política acorde a las nuevas formas de lectura.
            En una realidad social como la mexicana se vivirán dos acercamientos al libro el real y el virtual, tratando de acercarnos cada vez más al segundo, pues entre más competencias tenga la sociedad su conocimiento de los distintos formatos de lectura le permitirán hacer uso de la tecnología, la industria considera que algunos de los textos son prácticamente ajenos a esta tecnología (los libros de gran formato, los libros infantiles) sin contar que es una tecnología en muchos casos desconocida, siendo el formato PDF el más usado en la actualidad, la mayoría de los fondos editoriales no están digitalizados, faltan dispositivos de lectura en el mercado, los usuarios desconocen las ventajas y el uso de los mismos, de igual modo se presenta una gran resistencia al cambio.
            Desde siempre la lectura ha estado considerada como un bien individual que era producto del interés por cultivarse, Mónica Lavín recupera en su texto Leo, luego escribo, que no se le asigna un valor al conocimiento de libros, en las preguntas de las entrevistas laborales o académicas no hay un rubro que se encargue de indagar la historia lectora de la persona que se encuentra frente a nosotros, uno no se vuelve más o menos apto por haber leído a Tolstoi, Kafka, Saramago o Paz, si encontráramos esta pregunta en las entrevistas muchas veces veríamos que algunos lectores recorren toda la gama de autores desde clásicos hasta best sellers, haciendo escala en algunos títulos de superación personal, sin que esto modifique la percepción que a simple vista nos formamos de ellos.
            Llegamos en este punto al último elemento de nuestro recorrido, el lector, el que goza o desconoce los beneficios y el placer de la lectura, el que será torturado o enamorado por los libros, el que compartirá o despreciará esta práctica. ¿Cómo formamos lectores? ¿Cuándo formamos lectores? ¿Quién tiene esa obligación o ese privilegio? A Felipe Garrido una vez se le cuestionó acerca de si un lector nace o se hace, después de observar este proceso durante varios años, he aprendido que son situaciones que se relacionan.
            El hogar como base de toda sociedad también es la cuna del fomento a la lectura, entre padre, como si fuera un derecho, como parte de la actividad de proteger al nuevo miembro, alejado de las reglas, cercano a lo cotidiano, a las risas, al cariño, al platicar con algunos de mis alumnos, destacaba algo, cuando no tenía que leer me gustaba más, muchos de los lectores se ven acorralados frente al libro, nada más opuesto al carácter libertario de los mismos.
            Un lector no surge a partir de la obligación, la lectura es un proceso amoroso, es un diálogo, es una actividad cálida no mecanizada, es apasionante, disfrutable, saboreable, si las instituciones educativas siguen encasillando a sus alumnos en las reglas, si se les sigue impidiendo un acercamiento más lúdico, si continuamos manteniendo la lectura en un pedestal, todos los proyectos de fomento acabarán fracasando, nuestro papel de educadores ha cambiado, debemos ser un elemento que sirva para establecer lazos entre los libros y los lectores, pero no tenemos el derecho de imponer la cultura escrita.


III
La utopía
La industria editorial mexicana afianzará su posición dentro de los países productores de libros en Latinoamérica, respondiendo adecuadamente a las necesidades del gremio, cuidando los derechos de autor, compartiendo propuestas entre las empresas y el Estado, monitoreando los distintos acercamientos a la lectura (físicos y virtuales)
            Las políticas editoriales mexicanas establecerán acuerdos vanguardistas que destaquen la importancia del libro electrónico y las nuevas modalidades de lectura, sin perder de vista el acercamiento institucional y educativo de éste con la sociedad.
Las leyes del libro y de la lectura harán valer adecuadamente el precio único, se establecerán legislaciones directas encaminadas al control del contrabando editorial, se seguirá una observación adecuada a las distribuidoras, con miras a evitar la competencia desleal.
La formación de lectura no quedará en manos de unos cuantos, será la suma de esfuerzos del Estado, Instituciones, Sociedad, Escuela, Familia e individuos, será un intercambio que se reflejará en una mejora académica, institucional y social.
Días como 12 de Noviembre y 23 de Abril serán claramente identificados como un espacio para celebrar el encuentro entre libros y lectores, las distintas ferias del libro dejarán los claustros para llegar a las calles, la distancia entre lectura culta y lectura popular se perderá cuando todo sea sólo lectura, las bibliotecas serán un sitio de reunión apto para todo público, tal vez algún día podamos decir México lee.[11]


Bibliografía
Lavín Mónica, Leo, luego escribo, Fontamara, 2000
Pennac, Daniel, Como una novela, Anagrama, Argumentos 2001
Webliografía


[1] Muriel, Barbery,  L'Élégance du hérisson,
[2] Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana
[3] La Universidad Veracruzana cuenta con un Programa Universitario de Formación de Lectores que obtuvo mención honorífica en el Premio Nacional de Fomento a la lectura México Lee 2009, en la categoría Fomento de la lectura y escritura en otros espacios educativos
[4] La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León  fue reconocida con el Premio Nacional de Fomento a la lectura México lee 2010 por el trabajo Biblionautas. Un viaje lúdico por el universo de los libros, en la categoría Fomento de la lectura y la escritura en otros espacios educativos.
[5]Lanzada por el Consejo de la comunicación, voz de las empresas. Posteriormente analizaré algunos puntos que creo conveniente considerar respecto a este apartado.
[6] Obra es la expresión personal de la inteligencia que desarrolla un pensamiento que se manifiesta bajo una forma perceptible, tiene originalidad o individualidad suficiente, y es apta para ser difundida y reproducida.
[7] http://www.indautor.sep.gob.mx/actualidades.html
[8] Las referencias aquí se harán de traducciones que se pueden adquirir en librerías mexicanas, aunque no estén publicadas en México
[9] Los dos textos traducidos por Sergio Pitol, publicados originalmente en editoriales extranjeras, que ahora se presentan en una colección llamada Sergio Pitol Traductor, publicada por la Editorial de la Universidad Veracruzana
[10] http://www.presidencia.gob.mx/prensa/ultimasnoticias/?contenido=32125
[11] El gobierno del DF, la SEP, CANIEM, CONACULTA, FONCA y la Unión Nacional de libreros, entre otros tiene planeado un proyecto que en el 2011 se limitará al centro histórico pero que pretende acercar a los libros y a los lectores en todo el Distrito Federal, al estar impulsando a la lectura desde distinto flancos es posible proyectar que en algunos años mejorarán los índices que miden la cultura escrita.

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